A
principios de febrero, el pueblo de
Tlacotalpan, ubicado en los pantanos de la
costa veracruzana, celebra simultáneamente dos
festivales.
Una es la celebración del son jarocho, la
música tradicional de la región. Músicos,
bailadores y decimistas de la zona se reúnen
durante tres días de música y poesía continua.
Se dan a cada grupo o integrante sólo unos
minutos en el escenario, pero la música sigue
mucho después de la última presentación
oficial, pues espontáneamente se juntan en las
esquinas y parques para tocar, cantar y bailar
hasta amanecer.
La segunda es la fiesta patronal para la
Virgen de la Candelaria. Esta celebración
atrae a los fieles religiosos y a los
parranderos que vienen para la pamplonada y
las cabalgatas que acompañan las actividades
religiosas.
La mezcla de las dos festivales es un evento
soberbio, expresión sin igual de la cultura
jarocha.
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